sábado, 19 de junio de 2021

Miedo a la PersecucionMiedo

PARA LOS QUE TIENEN MIEDO LA PERSECUCIÓN.
2 Timoteo 4:6-8 “Yo ya estoy próximo a ser sacrificado. El tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”
Mientras el apóstol Pablo esperaba el momento de su ejecución, escribió una carta de despedida a su amado compañero en el servicio, Timoteo. Escribió con confianza, no con temor ni aprension. Con sus palabras expresaba una apacible seguridad. Sabía que se enfrentaba a la muerte, pero esto no le asustaba. 
Sabía que su obra estaba casi terminada, pero eso no lo desanimaba. Sus palabras destilaban coraje y tranquilidad, en esa declaración de fe el apóstol Pablo mira en tres direcciones y da testimonio de su confianza en el Señor.
1-EL APÓSTOL PABLO MIRA A SU ALREDEDOR Y DA TESTIMONIO DE QUE  ESTA LISTO.
El apóstol Pablo no se consideraba un reo a punto de ser ejecutado, sino un sacrificio que se ofrecerá para la gloria de Dios.
Nadie le quita la vida; el mismo la ofrece al Señor. Después de todo, Jesús dio su vida por Pablo, y ahora el gran apóstol da su vida por su Salvador. 
Y que esta declaración, el apóstol Pablo evita usar la palabra muerte. No es que el término le dé miedo o que le experiencia le asuste. 
Se trata sencillamente de qué, para el cristiano, la muerte no existe. La palabra que usa el apóstol  Pablo es partida.
Uno de los significados que tiene es el acto de desmontar a la tienda de campaña y par Tyne, lo mismo que hacía un soldado cuando el ejército levantaba un campamento. El apóstol Pablo se consideraba un soldado de Dios, viviendo en una tienda: SU CUERPO MORTAL. 
Sabía que la muerte no consistía en otra cosa que en desmontar la tienda y trasladarse a un nuevo alojamiento glorioso. 
Nuestros cuerpos son sólo moradas temporales. 
Cuando el Señor nos llama al hogar, Recibimos cuerpos nuevos y maravillosos, casas permanentes de la que disfrutaremos por toda la eternidad. 
La palabra PARTIR  también significa desamarrar un barco para zarpar. Esto es lo que pasa cuando muere un cristiano; suelta las amabas de esta vida y de este mundo, zarpando hacia el cielo y la orilla eterna.
El apóstol Pablo sabía que su muerte no era más que una liberación. La cárcel no era su hogar definitivo. Pronto su pequeña barca soltaría amarras  y llegaría a la playa celestial para reunirse con su Señor Jesucristo.
PUEDES MIRAR ALREDEDOR CON CONFIANZA, COMO LO HIZO EL APÓSTOL PABLO Y SABER QUE ESTÁS DISPUESTO A SER OFRECIDO ? 
Cuando el apóstol Pablo llegó al final de su vida, no sólo miro ALREDEDOR.
2-TAMBIEN MIRÓ ATRAS. 
“He peleado la buena batalla he acabado la carrera, he guardado la fe”
Como el apóstol Pablo confiaba en Jesucristo, podía mirar a su alrededor sin temor, y podía mirar atrás sin remordimientos. 
Muchas personas intentan no mirar atrás, sin duda hay una forma de mirar atrás que es errónea; está mal echar la vista atrás sobre los pecados, los errores y las derrotas del pasado. Lo único que consigues con eso es tropezar en el presente. Pero si está bien mirar atrás, ver donde hemos estado y qué ha hecho el Señor en nosotros y por medio de nosotros.
Cuando el apóstol Pablo miró atrás, vio que la vida no siempre había sido fácil. Había batallas que librar, carreras que correr, un cargo de mayordomo que cumplir. 
Había luchado con el mundo, la carne y el diablo en una ciudad tras otra y ahora libraba su última batalla Roma.
hubo momentos en los que le pareció que iba a fracasar, pero el Señor siempre le ayudó a seguir adelante. Así pude escribir. “ He peleado la buena batalla”
También pudo escribir: “ He acabado la carrera”.
Ese había sido siempre el mayor deseo del apóstol Pablo;  Hechos 20:24 “ Con tal que acabe la carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús”.
Cada uno de nosotros tiene una carrera que terminar. Dios tiene un lugar que cada uno de nosotros debe ocupar y una obra que debemos de hacer. 
Nuestros tiempos están en sus manos. Algunos se les concede menos tiempo para hacer su obra, y a otros, más. 
Esteban murió siendo joven; al apóstol Pablo se le permitió tener una vida más larga. Pero lo que cuenta no es la duración de la vida, Si no su profundidad y su fortaleza. El apóstol Pablo había acabado su carrera. Ahora podría presentarse delante del Señor sabiendo que había acabado su obra. 
Había guardado la fe, incluso en los tiempos del apóstol  Pablo había cristianos que se habían apartado de la fe cómo en los días de hoy. El apóstol Pablo le advirtió a Timoteo:
“ El Espiritu  dice claramente qué en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe”
La fe se refiere, a la fe que ha sido una vez dada los santos. Ese conjunto de verdades, Salvadora que costaron la vida a Jesucristo y que se recogen en la palabra de Dios. Como buen administrador, el apóstol Pablo había protegido de la fe en muchas batallas. La había invertido en muchas vidas, ahora iba a bajarse del escenario.
El apóstol Pablo podría mirar a su alrededor sin temor y mirar atrás sin remordimiento.
Confío en que tú y yo también podemos hacer lo mismo. En apóstol Pablo no solo miro ALREDEDOR  Y MIRO ATRÁS.
3-MIRO TAMBIEN ADELANTE.
“Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”
Algunas personas, al acercarse al final de sus vidas, tienen miedo de mirar al futuro. La Biblia nos advierte Hebreos 9:27 “ Que está establecido para los hombres que mueran  una sola vez y después de esto el juicio”
Cuál es la foto del Pablo miraba hacia delante no sentía ningún temor.
Sabía lo que iba a pasar; se reuniría con el Señor  y recibiría de sus manos la corona que se había ganado.
No hay una paz igual a la que sentimos en nuestros corazones cuando sabemos que nuestro futuro está asegurado. La fe del apóstol Pablo no descansaba en la justicia o en la ley romana, por grandes que éstas fuesen. Su fe no reposaba en sus numerosos amigos, ni siquiera en sí mismo. Su fe estaba puesta en el Señor. Miraba atrás sentía remordí mientos; miraba la vida sin temor, y mirar el futuro sin sentir dudas ni aprensión  alguna, porque confiaba en Jesucristo.
Roma lo calificaría de criminal, pero en el libro de la vida del Cordero aparecería como hijo de Dios. Y oíria decir a su salvador “bien buen siervo, y fiel”.
Un día tu vida y la mía acabarán. Nadie sabe el día ni la hora, y algunos pueden llegarles antes de lo que esperaban. La partida para el hogar puede ser repentina, o quizá tengamos tiempo para contemplar la vida, como lo hizo el apóstol Pablo en aquella cárcel Romana.
Confío en que todos nosotros podamos mirar en estas tres direcciones y dar el mismo testimonio resonante  que escribe el apóstol Pablo en la última carta que escribió en su vida.
Listo

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