sábado, 12 de junio de 2021

Palabra de Dios

Mientras tanto, el rey se pone de pie delante de toda la congregación y con simplicidad casi infantil le explica al Señor la situación: "A ti clamaremos en nuestra tribulación, y tú nos escucharás y librarás... No sabemos qué hacer, pero en ti ponemos nuestros ojos" (2 Cr 20:5,9,12).
El mismo día delante de toda la congregación el levita Jahaziel se levanta y trae la respuesta del Señor.
Como un reguero de pólvora corre la pregunta entre la multitud: ¿Que será lo que va a decir el Señor?
Con voz firme el profeta dice: "No temáis ni desmayéis delante de esta multitud tan grande, porque la batalla no será vuestra, sino de Dios" (2 Cr 20:15).
Lo que sigue es la información militar "vía satélite" del desplazamiento de los ejércitos hostiles: "Descended mañana contra ellos. He aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los encontraréis en el extremo del valle, frente al desierto de Jeruel. En esta ocasión vosotros no tendréis que luchar" (2 Cr 20:16-17). Se ha dado la localización exacta de dónde va a estas el enemigo al día siguiente.
— ¿Qué está diciendo? — Cuestiona el rey —, ¿Me está diciendo que no tenemos que pelear?
— Así es Majestad, el Señor me ha revelado que tenemos que salir para ver la victoria. Él Señor dice: "Deteneos, estaos quietos y ved la victoria que el Señor logrará para vosotros... ¡Salid mañana a su encuentro, y el Señor estará con vosotros!" (2 Cr 20:17).
El rey responde:
— Pero todavía nuestro ejército no está listo. Necesitamos una semana más para prepararnos.
El "profeta" Jahaziel reitera:
— Salid mañana a su encuentro y el Señor estará con vosotros.
Ellos sabían que el enemigo venía, pero ignoraban por dónde se efectuaría la invasión. El profeta predice exactamente el lugar geográfico.
Al día siguiente, las tropas salen de la ciudad de Jerusalén. Se dirigen al desierto de Tecoa que está a 8 kilómetros al sur de Belén. Los distintos batallones de las diferentes ciudades de Judá se van uniendo. Mientras van saliendo al son de las trompetas y los aplausos de los miles y miles de concurrentes, el rey Josafat, de pie en la puerta de la muralla, los anima diciendo: "¡Creed en el Señor vuestro Dios, y estaréis seguros! ¡Creed a sus profetas y seréis prosperados!" (2 Cr 20:20).
El mismo rey Josafat encabeza las tropas (2 Cr 20:27).
Sería algo muy interesante si pudiéramos observar desde un cerro muy alto (o por la cámara de un satélite) lo que sucedió aquel día. De un lado se encuentran los tres ejércitos invasores. Son decenas y decenas de miles de soldados. Del otro extremo se acerca otro ejército. Este parece mucho más pequeño. Si acercáramos nuestro lente teleobjetivo desde el satélite veríamos algo muy inusual.
El ejército de Judá está precedido por un grupo muy peculiar. ¡En vez de armas llevan instrumentos musicales! Los levitas cantan: "¡Alabad al Señor porque para siempre es su misericordia!" (Sal 136).

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